9/4/20
No hay amor si no se aprende a conjugar el verbo servir. No hay amor si, como lo hace Jesús, no estás dispuesto a bajar, a inclinarte, a despojarte de todo tipo de mantos y de títulos. No hay amor si no te pones a los pies de todos, incluso ante el más insignificante de los hombres.
El amor hecho a trozos y repartido para que nadie se quede sin pan y todos puedan sentarse a la mesa. Está ya inaugurada y para siempre la mesa común. Solo hacen falta más servidores de Jesús con lebrillos de libertad y toallas de ternura y compasión. Atrévete a comer su Cuerpo partido y su Sangre derramada, así tendrás fuerzas para el Reino y su justicia.