Mañana domingo 15 de noviembre celebramos la IV Jornada Mundial de los Pobres. El mensaje del papa Francisco para esta ocasión lleva como lema Tiende tu mano al pobre (cf. Si 7, 32). En medio de una crisis sanitaria mundial que está sembrando dolor, desolación e incertidumbre en todas las dimensiones de nuestra vida, el papa Francisco nos recuerda la esencia del Evangelio, esa relación estrecha e inseparable entre la oración y la relación con Dios, y la solidaridad con los pobres, con las personas que sufren la carencia de bienes, de oportunidades, de derechos. El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga, cuestiona nuestro estilo de vida y el suyo, y no nos deja indiferentes. Francisco invita a la comunidad cristiana a comprometer la vida y a involucrarse en la experiencia de compartir y acompañar, de la generosidad y del cuidado.
¿Cuales son los objetivos de la Jornada?
Tomar conciencia como comunidad cristiana de la importancia de tender manos y realizar gestos concretos en favor de las personas más pobres y vulnerables, como forma de responder al mensaje del Evangelio de Jesús: el Amor que se entrega en el compartir y en el servicio.
Animar a realizar acciones que reflejen el gesto de tender manos como signo de proximidad, de solidaridad y de amor como forma de contagiar esperanza a todas las personas de nuestra sociedad.
10 claves para vivir esta Jornada
1. Oración y solidaridad. La oración a Dios y la solidaridad con los pobres y con los que sufren son inseparables. Practicar y cuidar la oración y el culto religioso nos debe llevar a realizar gestos concretos de caridad y solidaridad.
2. La opción por los pobres. Mantener la mirada hacia el pobre es difícil, pero muy necesario para dar a nuestra vida personal y social la dirección correcta. Se trata de comprometer la vida.
3. Vivir la pobreza evangélica. El encuentro con una persona en condición de pobreza siempre nos provoca e interroga. Para apoyar a los pobres es fundamental vivir la pobreza evangélica en primera persona.
4. Ante la vorágine de la indiferencia, dar sentido a la vida. Tenemos el reto de contrarrestar las prisas y el individualismo, y dejar espacio en nuestra vida a los valores y relaciones esenciales que nos llenan de verdadera alegría.
5. Manos que dan consuelo. Cientos de personas realizan gestos llenos de ternura, compasión y solidaridad, desafiando el contagio y el miedo por amor y entrega a los demás.
6. La misericordia no se improvisa. Es necesario un entrenamiento cotidiano que proceda de una toma de conciencia de lo mucho que necesitamos los unos de los otros.
7. Una nueva fraternidad. El momento que estamos viviendo ha sacado a la luz nuestros límites y nuestra fragilidad, y nos demuestra la necesidad que tenemos de ayuda recíproca y estima mutua.
8. Invitación al compromiso. «Tiende la mano al pobre» es una invitación a la responsabilidad y pone de manifiesto la profundidad de la fe que profesamos.
9. Coherencia en el uso de los bienes. Depurar nuestra forma de consumo y uso del dinero para que no afecte negativamente a otras personas es un deber si queremos sembrar justicia y paz en el mundo.
10. La finalidad de nuestras acciones: el amor. Los seres humanos compartimos un destino común y la misma necesidad de ser y sentirnos amados. Este amor es compartir, es dedicación y servicio, atención y cuidado a los demás.