En aquellos días y en aquella hora, suscitaré a David un vástago legítimo que hará justicia y derecho en la tierra.
En aquellos días se salvará Judá, y en Jerusalén vivirán tranquilos, y la llamarán así: “El Señor es nuestra justicia”.
Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos, lo mismo que nosotros os amamos a vosotros; y que afiance así vuestros corazones, de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesús con todos sus santos.
Por lo demás, hermanos os rogamos y os exhortamos en el Señor Jesús: ya habéis aprendido de nosotros cómo comportarse para agradar a Dios; pues comportaos así y seguid adelante. Pues ya conocéis las instrucciones que os dimos, en nombre del Señor Jesús.
Entonces verán al Hijo del hombre venir en una nube, con gran poder y gloria. Cuando empiece a suceder esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación.
Tened cuidado de vosotros, no sea que se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida, y se os eche encima de repente aquel día; porque caerá como un lazo sobre todos los habitantes de la tierra.
Primera lectura
En aquel tiempo, Pilato dijo a Jesús:«¿Eres tú el rey de los judíos?».
Jesús le contestó:
«¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».
Pilato replicó:
«¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».
Jesús le contestó:
«Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».
Pilato le dijo:
«Entonces, ¿tú eres rey?».
Jesús le contestó:
«Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».
Primera lectura
Primera lectura
Estando Jesús sentado enfrente del tesoro del templo, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban mucho; se acercó una viuda pobre y echó dos monedillas, es decir, un cuadrante.
Llamando a sus discípulos, les dijo:
«En verdad os digo que esta viuda pobre ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero esta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir».
Mañana domingo 7 de noviembre celebramos el Día de la Iglesia Diocesana, bajo el lema Somos lo que tú nos ayudas a ser. Somos una gran familia contigo. Y es que, al igual que en cada una de nuestras familias todos aportamos nuestro granito de arena para contribuir a su mejor funcionamiento, en esta gran familia que pretendemos sea la iglesia, y por extensión la parroquia, también necesitamos que cada uno arrime el hombro en la medida de sus posibilidades.
Se hacen muchas cosas, sí. Sin ir más lejos, el año pasado se celebraron en la diócesis 1.869 bautizos, 3.365 comuniones, 410 confirmaciones y 416 matrimonios, todo ello en alguna de nuestras 933 parroquias, en los que trabajan casi 400 sacerdotes diocesanos, más de 1.200 catequistas y numerosos agentes de pastoral. Esa es la faceta más visible, la de las celebraciones. Pero además, en Asturias contamos con un centro de asistencia a emigrantes y refugiados, 179 para mitigar la pobreza, 4 dedicados a menores y jóvenes para la tutela de la infancia, 2 para la promoción de la mujer y víctimas de la violencia así como rehabilitación de drogodependientes, guarderías infantiles, hospitales, casas para ancianos o ambulatorios.
Pero necesitamos más manos que ayuden a empujar a esta familia. ¿Y cómo puedes sumarte a ese empeño común? Porque ya sabemos como tenemos organizada la vida hoy en día, todo son prisas. Pues de muy diversas formas, seguro que encuentras alguna que se adapte a tus circunstancias vitales. Te pedimos simplemente que aportes lo que tienes: tu tiempo, tus cualidades, tu colaboración económica y tu oración.
Dedica algo de tu tiempo en tu parroquia a los demás. El tiempo que puedas: media hora, una, tres... Lo que se ajuste a tu situación de vida. Puedes colaborar en la catequesis, en Cáritas, en algún grupo que colabore con las Misiones, ayudando a mantener el templo abierto, a cuidarlo...
Tenemos mucho que podemos dar a los demás. Por eso, cada uno puede aportar un poco más de lo que sabe: una sonrisa cercana, una mano que apoya en un hombro desconsolado, remangarte cuando sea necesario, acompañar en silencio al que sufre.
Quizá sabes de electricidad o de construcción, alguna cosa se podrá hacer. Pon al servicio de los demás en tu parroquia no solo lo que tienes, también lo que sabes, lo que eres.
En toda familia hay necesidad y la parroquia es una gran familia de familias que siempre necesitará tu ayuda.
Haz un donativo. Con tu aportación periódica ayudas más, porque permiten elaborar presupuestos, mejorar la utilización de los recursos y planificar recursos y planificar acciones a medio y largo plazo.
Deja tu legado. La labor de tu parroquia permanecerá y seguirá formando en la fe a niños y mayores, ayudando a los necesitados, realizando actividades con grupos y movimientos. Incluye a tu parroquia en tu testamento.
Ventajas fiscales. "El que da, recibe". Tus donaciones a la Iglesia son deducibles hasta en un 75% al realizar la declaración de la renta, tanto para las personas físicas como jurídicas.
No solo se trata de hacer, también puedes rezar por tu parroquia porque tu oración es necesaria y será el alma de toda la actividad que se realice. Con ella, los frutos serán mayores y más permanentes.
Intenciones por las que puedes rezar:
- Por la Iglesia diocesana
- Por los niños de catequesis y por sus catequistas
- Por los que se van a confirmar
- Por los sacerdotes y sus intenciones
- Por los empobrecidos y necesitados
- Por los que no tienen esperanza ni consuelo
- Por los enfermos y mayores
- Por los que han fallecido
Y recuerda que #SomosIglesia24Siete