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Parroquia de San Julián de los Prados

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Actualidad

XXI Domingo de tiempo ordinario


 Primera lectura 
Lectura del libro de Isaías 

Is 56, 1.6-7

    Esto dice el Señor a Sobná, mayordomo de palacio:

    «Te echaré de tu puesto, te destituirán de tu cargo. Aquel día llamaré a mi siervo, a Eliaquín, hijo de Esquías, le vestiré tu túnica, le ceñiré tu banda, le daré tus poderes; será padre para los habitantes de Jerusalén y para el pueblo de Judá. 

    Pongo sobre sus hombros la llave del palacio de David: abrirá y nadie cerrará; cerrará y nadie abrirá. Lo clavaré como una estaca en un lugar seguro, será un trono de gloria para la estirpe de su padre».

Salmo

Sal 137. 


    R.  Señor, tu misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos.

Segunda lectura 

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 

Ro 11, 33-36

    ¡Qué abismo de riqueza, de sabiduría y de conocimiento el de Dios! ¡Qué insondables sus decisiones y qué irrastreables sus caminos!

    En efecto, ¿quién conoció la mente del Señor? O ¿quién fue su consejero? O ¿quién le ha dado primero para tener derecho a la recompensa?

    Porque de él, por él y para él existe todo. A él la gloria por los siglos. Amén.


Evangelio del día 
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 16, 13-20

    “Vosotros, ¿quién decís que soy yo?"

    En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos:

    «¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?».

    Ellos contestaron:

    «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas».

    Él les preguntó:

    «Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?».

    Simón Pedro tomó la palabra y dijo:

    «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».

    Jesús le respondió:

    «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará.

    Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».

    Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.

XX Domingo de tiempo ordinario

 

Primera lectura 

Lectura del libro de Isaías 

Is 56, 1.6-7

   Esto dice el Señor:

    «Observad el derecho, practicad la justicia, porque mi salvación está por llegar, y mi justicia se va a manifestar.

    A los extranjeros que se han unido al Señor para servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que observan el sábado sin profanarlo y mantienen mi alianza, los traeré a mi monte santo, los llenaré de júbilo en mi casa de oración; sus holocaustos y sacrificios serán aceptables sobre mi altar; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los pueblos».

Salmo

Sal 66. 


    R.  Oh, Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben

Segunda lectura 

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 

Ro 11, 13-15. 29-32

    Hermanos:

    A vosotros, gentiles, os digo: siendo como soy apóstol de los gentiles, haré honor a mi ministerio, por ver si doy celos a los de mi raza y salvo a algunos de ellos. Pues si su rechazo es reconciliación del mundo, ¿qué no será su reintegración sino volver desde la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.

    En efecto, así como vosotros, en otro tiempo, desobedecisteis a Dios, pero ahora habéis obtenido misericordia por la desobediencia de ellos, así también estos han desobedecido ahora con ocasión de la misericordia que se os ha otorgado a vosotros, para que también ellos alcancen ahora misericordia. Pues Dios nos encerró a todos en desobediencia, para tener misericordia de todos.


Evangelio del día 
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 15, 21-28

    “Mujer, que grande es tu fe"

    En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró a la región de Tiro y Sidón. Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle:

    «Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo».

    Él no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:

    «Atiéndela, que viene detrás gritando».

    Él les contestó:

    «Solo he sido enviado a las ovejas descarriadas de Israel».

    Ella se acercó y se postró ante él diciendo:

    «Señor, ayúdame».

    Él le contestó:

    «No está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos».

    Pero ella repuso:

    «Tienes razón, Señor; pero también los perritos se comen las migajas que caen de la mesa de los amos».

    Jesús le respondió:

    «Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas».

    En aquel momento quedó curada su hija.

Asunción de la Virgen María

 


Primera lectura 

Lectura del libro del Apocalipsis 

Ap 11, 19a; 12, 1. 3-6a. 10ab

    Se abrió en el cielo el santuario de Dios y apareció en su santuario el arca de su alianza.

    Un gran signo apareció en el cielo: una mujer vestida del sol y la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza; y está encinta, y grita con dolores de parto y con el tormento de dar a luz.

    Y apareció otra signo en el cielo: un gran dragón rojo que tiene siete cabezas y diez cuernos, y sobre sus cabezas siete diademas, y su cola arrastra la tercera parte de las estrellas del cielo y las arrojó sobre la tierra.

    Y el dragón se puso en pie ante la mujer que iba a dar a luz, para devorar a su hijo cuando lo diera a luz.

    Y dio a luz un hijo varón, destinado el que ha de pastorear a todas las naciones con vara de hierro, y fue arrebatado su hijo junto a Dios y junto a su trono; y la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar preparado por Dios.

    Y oí una gran voz en el cielo que decía:

    «Ahora se ha establecido la salvación y el poder y el reinado de nuestro Dios, y la potestad de su Cristo».

Salmo

Sal 44. 


    R.  De pie a tu derecha está la reina, enjoyada con oro de Ofir

Segunda lectura 

Lectura de la primera carta del apóstol San Pablo a los Corintios 

1 Cor 15, 20-27a

    Hermanos:

    Cristo resucitó de entre los muertos: el primero de todos. Si por un hombre vino la muerte, por un hombre ha venido la resurrección. Si por Adán murieron todos, por Cristo todos volverán a la vida.

    Pero cada uno en su puesto: primero Cristo, como primicia; después, cuando él vuelva, todos los que son de Cristo; después los últimos, cuando Cristo devuelva a Dios Padre su reino, una vez aniquilado todo principado, poder y fuerza.

    Cristo tiene que reinar hasta que Dios haga de sus enemigos estrado de sus pies. El último enemigo aniquilado será la muerte. Porque Dios ha sometido todo bajo sus pies.

Evangelio del día 
Lectura del santo evangelio según San Lucas
Lc 1, 39-56

    “Se alegra mi espíritu en Dios"

    En aquellos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.

    Aconteció que, en cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo y levantando la voz, exclamó:

    «¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre!

    ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».

    María dijo:

    «Proclama mi alma la grandeza del Señor, “se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador; porque ha mirado la humildad de su esclava”.

    Desde ahora me felicitarán todas las generaciones, porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mi: “su nombre es santo, y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación”.

    Él hace proezas con su brazo: dispersa a los soberbios de corazón, “derriba del trono a los poderosos y enaltece a los humildes, a los hambrientos los colma de bienes y a los ricos los despide vacíos.

    Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia” - como lo había prometido a “nuestros padres” - en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».

    María se quedó con Isabel unos tres meses y volvió a su casa.

XIX Domingo de tiempo ordinario

 

Primera lectura 

Lectura del primer libro de los Reyes 

1 Re 19, 9a. 11-13a

    En aquellos días, cuando Elías llegó hasta el Horeb, el monte de Dios, se introdujo en la cueva y pasó la noche. Le llegó la palabra del Señor, que le dijo:

    «Sal y permanece de pie en el monte ante el Señor».

    Entonces pasó el Señor y hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebraba las rocas ante el Señor, aunque en el huracán no estaba el Señor. Después del huracán, un terremoto, pero en el terremoto no estaba el Señor. Después del terremoto fuego, pero en el fuego tampoco estaba el Señor.

    Después del fuego, el susurro de una brisa suave. Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se mantuvo en pie a la entrada de la cueva.

Salmo

Sal 84. 


    R.  Muéstranos, Señor tu misericordia y danos tu salvación

Segunda lectura 

Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 

Ro 9, 1-5

    Hermanos:

    Digo la verdad en Cristo, no miento —mi conciencia me atestigua que es así, en el Espíritu Santo—: siento una gran tristeza y un dolor incesante en mi corazón; pues desearía ser yo mismo un proscrito, alejado de Cristo, por el bien de mis hermanos, los de mi raza según la carne: ellos son israelitas y a ellos pertenecen el don de la filiación adoptiva, la gloria, las alianzas, el don de la ley, el culto y las promesas; suyos son los patriarcas y de ellos procede el Cristo, según la carne; el cual está por encima de todo, Dios bendito por los siglos. Amén.


Evangelio del día 
Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 14, 22-33

    “Soy yo, no tengáis miedo"

    Después de que la gente se hubo saciado, Jesús apremió a sus discípulos a que subieran a la barca y se le adelantaran a la otra orilla, mientras él despedía a la gente. Y después de despedir a la gente subió al monte a solas para orar. Llegada la noche estaba allí solo.

    Mientras tanto la barca iba ya muy lejos de tierra, sacudida por las olas, porque el viento era contrario. A la cuarta vela de la noche se les acercó Jesús andando sobre el mar. Los discípulos, viéndole andar sobre el agua, se asustaron y gritaron de miedo, diciendo que era un fantasma. Jesús les dijo enseguida:

    «Ánimo, soy yo, no tengáis miedo!».

    Pedro le contestó:

    «Señor, si eres tú, mándame ir a ti sobre el agua».

    Él le dijo:

    «Ven».

    Pedro bajó de la barca y echó a andar sobre el agua acercándose a Jesús; pero, al sentir la fuerza del viento, le entró miedo, empezó a hundirse y gritó:

    «Señor, sálvame».

    Enseguida Jesús extendió la mano, lo agarró y le dijo:

    «Hombre de poca fe! ¿Por qué has dudado?».

    En cuanto subieron a la barca amainó el viento. Los de la barca se postraron ante él diciendo:

    «Realmente eres Hijo de Dios».

El súper baño de realidad de la JMJ



(Artículo de Luis Ventoso publicado en El Debate, original pinchando aquí)

    La Iglesia Católica tiene sus problemas, y no los oculta. Probablemente los dos mayores sean los seminarios semi vacíos (la crisis de vocaciones) y las embestidas del creciente relativismo hedonista, que ha alejado a mucha gente del cristianismo, pues es -para bien- una fe exigente. La Iglesia también ha sufrido con la vergüenza de los abusos, y tampoco lo ha negado: ha pedido perdón y ha tomado medidas.

    Pero por resabios ideológicos, los problemas de la Iglesia han sido magnificados con saña por aquello que, para entendernos, podemos denominar el «progresismo» mediático y cultural. El nuevo anticlericalismo presenta a la Iglesia y a lo que representa como una institución y una fe caducas, de capa caída, que margina a las mujeres y a los homosexuales, que goza de privilegios fiscales y que está enfangada en la pederastia (aunque según el informe más fiable, el de ANAR y Save the Children, sus casos, aun siendo execrables, solo representan el 0,2% de los registrados en España).

    Si un paisano asiático en la inopia y ajeno al catolicismo llegase a nuestro país y se informase de la realidad de la Iglesia y sus fieles solo por nuestros medios de izquierdas, su conclusión sería que se trata de una fe en sus estertores, asfixiada por sus problemas y que ya no vende un peine, sobre todo entre los jóvenes. Sirva como ejemplo de esa visión sesgada la penosa cobertura de la JMJ que ha hecho TVE en sus telediarios, donde en lugar de resaltar los mensajes positivos y el éxito asombroso de la cita nunca faltaban cuñas negativas cebadas por las obsesiones anticlericales de nuestro «progresismo».

    El trampantojo de un catolicismo en ruinas es mendaz, y la JMJ de Lisboa lo ha vuelto a mostrar por todo lo alto y de la manera más cordial, abierta, satisfactoria y hasta divertida. No se me ocurre nada, que no sea la fe católica, capaz de reunir a las ocho y media de la mañana, en un domingo soporífero de agosto, a un millón y medio de chavales en un campo de Lisboa. Y lo hicieron para asistir a la Misa oficiada por un líder espiritual de 86 años, relegado a una silla de ruedas. O mejor dicho: lo hicieron porque creen en Jesucristo.

    La Jornada Mundial de la Juventud portuguesa ha dejado varias lecciones, que desmontan muchos topicazos. La primera es la demostración de que el catolicismo sigue moviendo la mente y el corazón de los chavales, muy especialmente de los españoles, que eran los más numerosos y joviales de la cita.

    La segunda es una simple lección de civismo, de saber estar: ni un solo incidente reseñable en un acto mega masivo. La tercera, y más importante, es la lección moral que les dejó el Papa. Parafraseando al gigante Juan Pablo II, les pidió que «no tengan miedo». Les recordó que la vida debe ser respetada siempre y en todas sus etapas (mensaje perfectamente censurado por nuestros medios zurdos). Clamó por la paz y los animó a conservar la naturaleza y a hacer el bien, escuchar y querer a los demás. ¿Algún problema? ¿Es un mal ideario?

    La cuarta lección la ofrece el ejemplo del propio Francisco frente a lo que él denomina la subcultura del «descarte». Un anciano que en junio sufrió una operación delicada, que lo mantuvo hospitalizado nueve días, un hombre que padece ciática y limitaciones para moverse por sus rodillas, era escuchado por un millón de veinteañeros y treintañeros con un silencio tal que se podía escuchar el paso de los aviones rasgando el cielo azul de la mañana lisboeta.

    Y hay una última lección, ya menor, de andar por casa, pero igualmente interesante ante cierta tontuna que impera en nuestro panorama político. Parte del acto central en Lisboa se celebró en español, uno de los tres idiomas más importantes del mundo, que es ya una suerte de lengua franca. Pero aquí alguna política sobrevalorada, en realidad de categoría Regional Preferente, pretende que el Congreso se convierta en una Torre de Babel lingüística en detrimento del español.

    No habrá chaval que no regrese de Lisboa con muchas horas de sueño atrasado, una sonrisa en el careto y el alma ensanchada. Pero no se preocupen, el equipo habitual seguirá con su monserga despectiva, displicente y desesperanzada.

Nuestra parroquia peregrina





    Estamos preparando la peregrinación a la Novena de la Santina. Las personas interesadas ya pueden hacer la inscripción en la sacristía.

Transfiguración del Señor

 

Primera lectura 

Lectura de la profecía de Daniel 

Dn 7, 9-10. 13-14



    Miré y vi que colocaban unos tronos. Un anciano se sentó. Su vestido era blanco como nieve, su cabellera como lana limpísima; su trono, llamas de fuego; sus ruedas, llamaradas; un río impetuoso de fuego brotaba y corría ante él. Miles y miles lo servían, millones estaban a sus órdenes. Comenzó la sesión y se abrieron los libros.

    Seguí mirando. Y en mi visión nocturna vi venir una especie de hijo de hombre entre las nubes del cielo.

    Avanzó hacia el anciano y llegó hasta su presencia.

    A él se le dio poder, honor y reino.

    Y todos los pueblos, naciones y lenguas lo sirvieron.

    Su poder es un poder eterno, no cesará.

    Su reino no acabará.

Salmo

Sal 118. 


    R.  El Señor reina, Altísimo sobre toda la tierra

Segunda lectura 

Lectura de la segunda carta del apóstol San Pedro 

2 Pe 1, 16-19


    Queridos hermanos:

    No nos fundábamos en fábulas fantasiosas cuando os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino en que habíamos sido testigos oculares de su grandeza.

    Porque él recibió de Dios Padre honor y gloria cuando desde la sublime Gloria se le transmitió aquella voz:

    «Este es mi Hijo amado, en quien me he complacido».

    Y esta misma voz, transmitida desde el cielo, es la que nosotros oímos estando con él en la montaña sagrada.

    Así tenemos más confirmada la palabra profética y hacéis muy bien en prestarle atención como una lámpara que brilla en un lugar oscuro hasta que despunte el día y el lucero amanezca en vuestros corazones.

Evangelio del día 

Lectura del santo evangelio según San Mateo
Mt 17, 1-9

    “Este es mi Hijo amado, escuchadle"

    En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.

    Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.

    De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él.

    Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:

    «Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

    Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra, y una voz desde la nube decía:

    «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».

    Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.

    Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:

    «Levantaos, no temáis».

    Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.

    Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:

    «No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos».

horarios e información

Misas

Laborales, sábados y visperas de festivo:

19:30h

Domingos y festivos

11:00h, 12:00h y 13:00h.

Horarios especiales de Navidad aquí

Julio, agosto y septiembre:

Se anula la misa de 12:00h del domingo.

Bautizos:

Segundo y cuarto domingo de cada mes tras la misa de las 13:00

Celebración de Sacramentos

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Solicitud Certificados

Descarga aquí la solicitud y preséntala en el despacho parroquial con una copia del DNI del solicitante (el trámite puede hacerlo una persona autorizada por el mismo)

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Despacho parroquial

Jueves y viernes

Septiembre a julio: de 18:00 a 19:00h

Julio a agosto: sólo viernes de 20:00 a 21:00h.

Teléfonos: 600 407 333 / 985 28 55 820

Confesión

Todos los días antes de misa, cuando se solicite.

Visitas

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Donativos

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EVANGELIO

Al día siguiente vió venir a Jesus y dijo: He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo dije: En pos de mí viene un varón que ha pasado delante de mí, porque era primero que yo. Yo no le conocía; mas para que El fuese manifestado a Israel he venido yo, y bautizo en agua.

Evangelio de San Juan

Capítulo 1:29-31

No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque el juicio que vosotros hacéis, se aplicará a vosotros, y la medida que usáis, se usará para vosotros. ¿Por qué ves la pajuela que esta en el ojo de tu hermano, y no reparas en la viga que está en tu ojo?

Evangelio de San Mateo

Capítulo 7:1-3

Si, pues, vosotros perdonáis a los hombres sus ofensas, vuestro Padre celestial os perdonará también; pero si vosotros no perdonáis a los hombres, tampoco vuestro Padre perdonará vuestros pecados”.

Evangelio de San Mateo

Capítulo 6:14-15

Y cuando os ponéis de pie para orar, perdonad lo que podáis tener contra alguien, a fin de que también vuestro Padre celestial os perdone vuestros pecados. Si no perdonáis, vuestro Padre que está en los cielos no os perdonará tampoco vuestros pecados.

Evangelio de San Marcos

Capítulo 11:25-26

"Ahora bien, en la Ley, Moisés nos ordenó apedrear a tales mujeres. ¿Y Tú, qué dices?". Esto decían para ponerlo en apuros, para tener de qué acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir en el suelo, con el dedo. Como ellos persistían en su pregunta, se enderezó y les dijo: “Aquel de vosotros que esté sin pecado, tire el primero la piedra contra ella”.

Evangelio de San Juan

Capítulo 8:5-7