Con motivo del Día Internacional del Trabajo que se celebra hoy, recogemos el siguiente comunicado de la Acción Católica General en la diocesis de Oviedo:
En la celebración del Día 1 de Mayo, Día Internacional del Trabajo, como cristianos y cristianas, defensores de la dignidad personal y de toda actividad que contribuye al pleno desarrollo humano, felicitamos a los trabajadores/as, recordando que el trabajo es un medio de desarrollo social y humano y denunciamos tantas situaciones, cercanas y lejanas, en las que se utiliza como medio para explotar a seres humanos e incumplir derechos laborales, reduciéndolo a una actividad que solo busca la rentabilidad económica.
Agradecemos la lucha de tantas personas que han contribuido y contribuyen a mejorar las condiciones laborales, la fraternidad y solidaridad entre los trabajadores y valoramos el testimonio y sacrificio de quien puso y pone su esfuerzo al servicio de futuras generaciones para mejorar las condiciones de vida.
Pero no podemos ignorar las condiciones en las que muchos seres humanos desarrollan su actividad: precariedad, explotación, ausencia de contrato, jornadas abusivas; hombres y mujeres, niños y niñas que distan de disfrutar de unos derechos básicos y de una mínima calidad de vida.
El trabajo, como defiende el Magisterio de la Iglesia, es fuente de humanización si se desarrolla en las condiciones adecuadas como señala Gaudium et Spes 67: “La remuneración del trabajo debe ser tal que permita al hombre (mujer) y su familia una vida digna en el plano material, social, cultural, espiritual”. En ello insiste la Encíclica Laborem Exercem 9 “El trabajo es un bien del hombre, pues mediante el trabajo el hombre no solo transforma la naturaleza adaptándola a sus propias necesidades, sino que se realiza a sí mismo, como hombre, es más, en cierto sentido, “se hace más hombre”.
Enseñanza que hizo suya el Papa Francisco: “Es preciso afirmar que el trabajo es una realidad esencial para la sociedad, las familias y los individuos, y su principal valor es el bien de la persona humana, que la realiza como tal, con sus actitudes y capacidades intelectuales, creativas y manuales. De esto se deriva que el trabajo no tiene solo un fin económico y de beneficios, sino ante todo, un fin que atañe al hombre y su dignidad. ¡Y si no hay trabajo, esa dignidad está HERIDA!.
Denunciamos la flexibilidad que precariza el empleo y desequilibra la vida personal y familiar al desarrollar jornadas agotadoras en condiciones inseguras. Esa dinámica impide el desarrollo vocacional del trabajo, activa modelos socio-familiares caracterizados por la inestabilidad e impide forjar proyectos vitales por la volatilidad salarial; en resumen, un mundo laboral volátil que, a menudo, se disfraza de dinamismo, novedad y progreso.
Denunciamos la situación de muchos jóvenes que sufren el desempleo y una precariedad que impide su autonomía, que se ven sometidos a una competitividad y exigencia que los lleva a mantener una dinámica frenética que les exige presentar un currículo cuando, por edad y falta de oportunidades, no han tenido tiempo para integrarse en el mundo laboral; todo lo anterior genera una creciente ansiedad.
Denunciamos asimismo la situación de chicos y chicas que ni estudian ni trabajan y tampoco reciben formación alguna.
Denunciamos la realidad laboral en otros países de tantas personas que trabajan en condiciones extrema y la explotación infantil.
Denunciamos también lo que creemos grave por producirse a nuestro lado, en ocasiones con la indiferencia o silencio cómplice: la actitud de rechazo y la explotación al inmigrante, favorecida por un discurso que niega el deber de acogida, la dignidad de todo ser humano y su derecho a una vida digna, pues la emigración no es un deseo, sino consecuencia de la búsqueda del sustento diario. Por ello denunciamos ese discurso, a veces, en boca de políticos que dicen defender nuestras raíces cristianas.
Nos preocupa y duele finalmente la situación de Asturias:
- Jóvenes obligados a forjar su futuro lejos de una región envejecida que no debiera perder su potencial y riqueza.
- La precariedad laboral y el empleo de baja calidad.
- La cantidad de parados, que sigue siendo alta, en especial los de larga duración y aquellos que por edad tienen muy difícil acceder a un puesto de trabajo.
- Y sobremanera la siniestralidad laboral y los accidentes mortales, reflejo de la falta de seguridad, pues el trabajo debe ser fuente de vida, nunca causa de muerte.
Expresamos nuestro dolor por el reciente fallecimiento en su puesto de trabajo de los cinco mineros de Cerredo; enviamos nuestro pésame a sus familias y mostramos nuestra solidaridad a todos los trabajadores que sufren especialmente ante esta situación.
Reiteramos nuestra felicitación a todos los trabajadores y trabajadoras, en activo o parados, y hacemos nuestras las palabras del Papa Francisco en su encíclica Fratelli Tuti No 162: “”No existe peor pobreza que aquella que priva del trabajo y de la dignidad del trabajo”.