Afinación necesaria
Este nuevo itinerario cuaresmal nos lleva al centro del ser y nos invita a la más genuina libertad. Un tiempo que sugiere dejar de lado temas menores y enfocar bien las líneas de fuerza que fundamentan la andadura, a menudo ofuscada por lo relativo, sujeta a inercias estériles o desgastantes. Un espacio de interioridad para identificar lo que estorba la vida, lo que resta coraje, aquello que bloquea la confianza y sostiene el servilismo. Una oportunidad para hilar fino la relación personal, tejer lento las relaciones con los otros, mirar hondo la propia verdad en su pura interpelación.
Desplegar el recorrido de la conversión como pregunta que incida en serio en lo concreto, para identificar desde dónde tenemos que regresar y hacia dónde hemos de dirigirnos para avanzar con el corazón despierto, la misericordia a pie de tacto, la escucha atenta como acogida sagrada del que llega o del que está, como sea que llegue o en la situación que se encuentre, asumiendo, eligiendo diría, que nos desinstale de las seguridades y supremacías.
Seguro que algo habrá que afinar para recordar que Dios no nos considera cenizas, sino fermento y sal.