Primera Lectura
Lectura del Cantar de los Cantares
Ct 2, 10-14
Mi amado me habla así: Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí.
Mira que el invierno ha pasado, las lluvias han cesado, se han ido; ya se ven flores en los campos, se acerca el tiempo de la poda; el arrullo de la tórtola se escucha en nuestros campos; ya apuntan los frutos en la higuera, la viña florece y da perfume.
Levántate, amada mía, hermosa mía, ven a mí. Paloma mía, en los huecos de la peña, en la concavidad abrupta; déjame ver tu figura, déjame oir tu voz: tu voz es dulce, tu figura es hermosa.
Salmo
R. Alaba, alma mía, al Señor.
Segunda lectura
Lectura del libro del Apocalipsis
Ap 11, 19a; 12, 1-3-6a-10ab
Se abrieron las puertas del templo celeste de Dios y dentro de él se vio el arca de la alianza.
Después apareció una figura portentosa en el cielo: una mujer vestida de sol, la luna por pedestal, coronada con doce estrellas.
Apareció otro portento en el cielo: un enorme dragón rojo; con siete cabezas y diez cuernos y siete diademas en las cabezas. Con la cola barrió del cielo un tercio de las estrellas, arrojándolas a la tierra. El dragón estaba enfrente de la mujer que iba a dar a luz, dispuesto a tragarse el niño en cuanto naciera. Dio a luz un varón, destinado a gobernar con vara de hierro a los pueblos. Arrebataron al niño y lo llevaron junto al trono de Dios. Mientras tanto, la mujer huyó al desierto, donde tiene un lugar reservado por Dios.
Se oyó una voz en el cielo: «Ya llega la victoria, el poder y el reino de nuestro Dios, y el
mando de su Mesías».
Evangelio del día
Lectura del santo evangelio según San Lucas
Lc 1, 39-47
“Bendita tú eres"
En aquellos días, María se puso en camino y fue aprisa a la montaña, a un pueblo de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel.
En cuanto Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel del Espíritu Santo y dijo a voz en grito:
-¡Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor? En cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de alegría en mi vientre.
¡Dichosa tú, que has creído!, porque lo que te ha dicho el Señor se cumplirá.
María dijo:
Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.